Zubin Mehta: "¿Qué hemos hecho en el Palau para que nos recorten así?"

El director indio se echa a la espalda la programación del Festival del Mediterrani del Palau de les Arts de Valencia | Dirige las óperas La forza del destino y Turandot y un concierto de homenaje a Richard Strauss.

Zubin Mehta. Foto: José Cuéllar.

A Zubin Mehta (Bombay, 1936) no le puede el estrés. Aunque los compromisos se encabalgan en su agenda. El director indio es el protagonista absoluto del Festival del Mediterrani del Palau de les Arts de Valencia, en el que ejerce como presidente y cuya programación se ha echado sobre la espalda. Este sábado estrena una cinematográfica versión de La forza del destino urdida por David Livermore. El miércoles homenajea, por el 150° aniversario de su nacimiento, a Richard Strauss en un concierto (en atriles Así hablaba Zaratustra, El caballero de la rosa y los Cuatro últimos lieder). Y el miércoles siguiente (11) repone el colorista Turandot de Chan Kaige, que puso de largo por primera vez en 2008. ¿Agobio? "Que va, llevo toda la vida así", apunta Mehta a El Cultural, en un receso en mitad de innumerables preparativos previos al arranque del festival.

Dicen que llega sobre las 10 de la mañana al Palau y a las 10 de la noche todavía anda puliendo detalles. No está nada mal para sus 78 años. Hasta su capacidad para indignarse por los recortes y los agravios comparativos conserva una energía juvenil. "Me gustaría preguntarle al ministro por qué no viene a ninguna representación en el Palau".

 

 

Pregunta.- Toca recordar a Strauss. Usted lo hará con un concierto el 4 de junio. ¿Qué es lo que más le fascina de este compositor?

 

Respuesta.- Strauss es un descendiente directo de Wagner, proviene de la misma línea abierta por él. Nació en Munich, en Baviera, pero siempre estuvo muy vinculado a Viena. La combinación de la tradición alemana y la vienesa ha alumbrado piezas como El caballero de la rosa. Supo, además, rodearse siempre de grandes escritores para escribir sus libretos, como Oscar Wilde, Hofmannsthal. Por eso sus óperas tienen un altísimo nivel literario. También compuso una con Stefan Zweig, La mujer silenciosa. Fue un compositor virtuoso hasta el extremo, ya desde sus años juveniles. Acabo de dirigir en Florencia Wanderers Sturmilied, una pieza que compuso con sólo 19 años, a partir del texto de Goethe. Es impresionante ya a esa edad su dominio de la escritura musical para coro y orquesta.

 

 

P.- ¿En esa escritura encuentra algún detalle que le haga único?

 

R.- Yo estudié a Strauss en Viena, cuando era un adolescente. Lo hice de la mano de un alumno del propio Strauss, Han Swarowsky, que me adentró en las profundidades y en la intimidad de su obra sinfónica. Esa circunstancia me dio una privilegiada perspectiva para conocer las intenciones y aspiraciones de Strauss. Es increíble su sentido de la instrumentación. Y el uso de los motivos: si analizas Till Eulenspiegel o la Sinfónia doméstica encuentras los mismos motivos de cientos de maneras, en todas las tonalidades. Las melodías pueden parecer nuevas pero no lo son, continúan. En este terreno fue un maestro, como lo fue Wagner.

 

P.- Para el homenaje ha escogido la primera parte del poema sinfónico Así hablaba Zaratustra, la suite de El caballero de la rosa y los Cuatro últimos lieder.

 

R.- Hace cuatro años interpreté Don Quijote y Ein Heldenleben. Por eso ahora he escogido Así hablaba Zaratustra y El caballero de la rosa. Se me ocurrió, además, que la mejor manera de cerrar el homenaje sería con sus Cuatro últimas canciones, con las que cerró, a los 84 años, su carrera compositiva. Lo cierto es que la idea original era haber montado El caballero de la rosapero no ha podido ser por los recortes económicos. Era demasiado cara: esta ópera requiere una orquesta muy numerosa en el foso y, aparte, una más pequeña en el backstage. En total unos 120 instrumentistas.

 

P.-¿Y con La forza del destino que abrís el festival ha quedado satisfecho?

 

R.- Es una producción muy austera pero David Livermore es un genio: ha creado una atmósfera de cine en blanco y negro que remite al Gabinete del doctor Caligari. La acción transcurre en los 40, durante la II Guerra Mundial. La calidad de los cantantes es otro punto fuerte, todos son magníficos. Es siempre así con Helga Schmidt, que a pesar de las dificultades siempre logra para el Palau a los mejores intérpretes. Ese es uno de sus grandes méritos.

 

P.- El Turandot de Chan Kaige ya lo estrenó en 2008. Ahora vuelve sobre él...

 

R.- Kaige es un gran director de cine chino [conocido sobre todo por Adiós a mi concubina, nominada a dos oscar y Palma de Oro en Cannes]. Turandot fue su primera ópera. Muy flexible en la ubicación del coro y de los cantantes. Creó una producción muy colorista, muy atractiva visualmente, muy auténticamente china. Lorin Maazel inauguró con esta producción en 2010 la Ópera de Guangzhou en 2010. Fue un tremendo éxito también allí.

 

P.- Hablaba de los recortes sufridos por el Palau. ¿Han afectado mucho al sonido de su orquesta?

 

R.- Es verdad que las condiciones son muy complicadas pero de momento no ha diezmado la calidad de la orquesta. Acabamos de hacer untour por China y sonaron muy bien a pesar de la dureza de la gira: tuvimos que tocar y viajar en el mismo día varias veces. La orquesta no está completa pero los principales músicos todavía están aquí. El problema es que quién sabe si permanecerán.

 

P.-¿Cree que las orquestas asiáticas están en el camino para destronar a las europeas y norteamericanas?

 

R.- En Japón y China están mejorando mucho. No sólo sus orquestas sino también sus teatros de ópera. Tokio por ejemplo tiene 10 orquestas. No todas de altísima calidad, pero sí aceptable en general. La NHK es una de las punteras en el mundo. La Sinfónica de Sanghai yo no la he dirigido pero me consta que es muy buena. Y todas la orquestas americanas por ejemplo tienen músicos chinos y coreanos. Por supuesto, también japoneses. China, por su parte, está invirtiendo masivamente en la construcción de conservatorios, en teatros de ópera...Todo el mundo allí toca el piano ahora. [risas]

 

P.- Está muy molesto con tantos recortes. ¿No los justifican la situación económica tan precaria del país?

 

R.- Soy consciente de que España está atravesando un periodo muy complicado. En este tiempo hemos sufrido graves recortes, un año tras otro. No puedo estar de acuerdo con que el gobierno de Madrid le dé al Liceo de Barcelona 11 millones de euros y a nosotros sólo 400.000 euros ¿Es que acaso hay tanta diferencia en la calidad entre el Palau y el Liceo? El Liceo es maravilloso y yo me alegro de todas las ayudas que reciba. Pero lo que no puede ser es que nosotros recibamos tan poco. ¿Qué hemos hecho en Valencia para que nos traten así? Me gustaría preguntarle al ministro de Cultura por qué tanta desigualdad. Y por qué no viene nunca a ninguna representación por aquí. La reina, por ejemplo, viene a menudo. Valencia.

 

P.- ¿Qué significa Valencia y el Palau en su dilatada carrera?

 

R.- Ya llevo nueve años vinculado al Palau. En el 95 di mi primer concierto aquí. Con El anillo del Nibelungo alcanzamos un punto culminante, catapultados por unos magníficos cantantes. Fue un momento muy importante en mi andadura como director. A Valencia sólo le puedo estar agradecido.

 

P.- ¿Echa mucho de menos a Claudio Abbado?

 

R.- Tanto. Lo conocí cuando éramos dos chavales en la Academia Chigiana de Siena, en 1956. Hemos sido grandes amigos durante casi 60 años. Era un músico directo y sincero, un grandísimo intérprete de Verdi y de Mahler. Y un amigo muy leal, siempre.


Noticia extraída de elcultural.es