Las ocho de la tarde y ni un alma se había movido de la Plaza de la Catedral almeriense. En su interior, el cortejo procesional de la Hermandad de Estudiantes esperaba a que las puertas del
templo se abrieran por segunda vez en la tarde para salir a la calle e iniciar su desfile procesional.
La espera se hizo corta y las puertas se abrieron para gozo de quienes llevan a Estudiantes y a sus sagrados titulares en el corazón porque, por fin, llegaba el momento de disfrutar de su
presencia por las calles de Almería.
El mar de gente que abarrotaba la plaza de la Catedral no se había movido de su sitio y, mientras veían salir a los primeros nazarenos del desfile, ansiaban la salida del paso de misterio de la
Oración en el Huerto. Con los ojos puestos en la fachada principal de la catedral, el público seguía expectante el inicio del desfile mientras que los nazarenos de negro y rojo que portan cruces
de madera en lugar de cirios, iban alejándose en busca de la calle General Castaños para encontrarse con sus hermanas Concepcionistas en la puerta de la coqueta capilla del convento de Las
Puras.
Antonio Toro volvía a ponerse al mando del llamador de la Oración y llamaba a su cuadrilla para terminar la espera y darle a Almería el capricho de volver a ver a este bendito Cristo, obra de
Martínez Puertas, sobre su paso dorado en el momento mismo en que pide a Dios que aparte el cáliz de dolor y sufrimiento pero dejando la última palabra al Todopoderoso.
Con el paso encarado en la puerta del templo, la cuadrilla de la Oración comenzó a avanzar sin prisa para, centímetro a centímetro, ir sacando el paso a la calle ante la atenta mirada del
público. Finalmente, y cuando los aplausos rompieron a sonar en la plaza, los costaleros dieron sus últimos pasitos y presentaron al misterio bajo los sones del himno nacional que interpretó la
Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la presentación al pueblo, de Jaén.
Esta agrupación se estrenaba este año detrás del misterio de la Oración aunque es de sobra conocida en Almería porque ha desfilado durante muchos años tras el misterio del Duelo, de la Hermandad
de la Soledad. Su particular manera de interpretar, fácilmente reconocible por la valentía con la que los músicos afrontan cada nota, puso la piel de gallina a muchos espectadores. Especialmente
a aquellos que disfrutan de la música procesional y que reconocieron enseguida la calidad de esta agrupación.
La principal novedad que ha presentado la hermandad este año se encontraba, precisamente, en el paso de misterio aunque no fuera apreciable para el público pues se trata de la nueva parihuela
sobre la que se monta el paso, así como los faldones que cubren a la cuadrilla de costaleros.
Con la cuadrilla venida arriba y los sones de presentación al pueblo, el paso fue avanzando por la plaza camino del convento de las Puras para realizar allí la primera parada emotiva del desfile.
De todos es sabido que Estudiantes mantiene una estrecha vinculación con las hermanas Concepcionistas y que, cada tarde de Miércoles Santo, la hermandad agradece a las monjas su cariño pasando
por la puerta del convento y deteniendo allí a sus titulares.
Mientras el misterio de la Oración se alejaba, de la Catedral comenzaron a salir nazarenos de túnica blanca con antifaz y capa verde, los correspondientes al tramo de la Señora de la Esperanza,
otra reina indiscutible en la tarde del Miércoles Santo almeriense.
Antes de que el palio asomara a la puerta, aún tenían que terminar de salir todos los nazarenos, mantillas, la presidencia del cortejo y últimas insignias de la comitiva. Y poco a poco lo fueron
haciendo siguiendo los pasos del resto del cortejo que les precedía.
La emoción se fue haciendo más palpable por momentos. Si el paso de misterio de la Oración despierta fervor entre los simpatizantes de la hermandad de Estudiantes, no cabe la menor duda de que es
la Señora de la Esperanza la que despierta las pasiones más encendidas. La virgen no había salido aún a la calle y ya se escuchaba a la gente vitorearla con gritos de guapa y guapa.
Antonio Andrés Díaz Cantón, capataz del palio, se volvía a enfrentar al reto de superar la puerta para que la Reina de la Esperanza saliera a la calle. Fuera la esperaba Almería y una gran parte
de su propio cortejo que, detenido, miraba hacia la puerta esperando que el palio de color verde comenzara a asomar bajo el dintel de la fachada. Cantón, con su característica forma de mandar y
de hablar a la cuadrilla, se hizo escuchar bajo los palos y sus hombres levantaron el paso para iniciar la maniobra de salida. Solo son unos metros, solo es una pequeña distancia la que, en esa
puerta, te transporta de la tierra al cielo. El paso fue avanzando y, una vez en la calle, los tímidos vítores a la Esperanza se tornaron en fuertes y sinceros a la par que los aplausos se
dejaban escuchar por toda la plaza y la Banda Municipal de Almedinilla, de Córdoba, interpretaba el himno nacional.
Ya estaba la Señora en la calle y el público no dejaba de mirarla. Se escucharon las primeras saetas, las primeras oraciones cantadas que salen del interior del corazón y que también arrancaron
aplausos del público. Luego Cantón volvió a golpear el llamador y, a la voz de a esta es, el palio de la Esperanza se alzó al cielo para iniciar su desfile procesional de este año.
En el convento, las Puras empezaban a sentir el hormigueo que produce siempre un reencuentro cuando es añorado y por eso, conforme el palio de la Esperanza reviró para encarar la calle y
enfrentarse a la puerta de la capilla, en el rostro de las hermanas se dibujó una especial sonrisa de ilusión. La Virgen ya se acercaba.
El emotivo momento finalizó con la incorporación de la pequeña imagen de la Inmaculada al paso de palio. Bonito símbolo por medio del cual las hermanas Concepcionistas salen también de procesión
por las calles de la ciudad a los pies de su Madre y Señora de la Esperanza.
La hermandad ha modificado en parte su itinerario y, este año, entraron en la calle Almedina para llegar a las puertas mismas de la Iglesia de San Juan y, tras llevar Esperanza a los vecinos del
casco histórico, regresar por Pedro Jover en busca del Parque de Nicolás Salmerón y de la calle Real. Vía que precedía a la que aguardaba para celebrar el segundo momento emotivo de la noche, la
arriá del palio ante la sede de la Asociación española contra el Cáncer donde, como todos los años, la tuna ofreció una ronda a la más bella de las mujeres; La Madre de Dios.
Noticia extraida del Ideal Digital