Esta es la procesión con más arraigo en la villa y la única en la que se mezclan el canto de saetas, penitentes, mujeres ataviadas de mantilla en riguroso luto y participantes descalzas.
Cientos de personas siguieron en la mañana del Viernes Santo la procesión del Nazareno y Virgen de los Dolores, que puntual a su cita y con un sol radiante de testigo salió a las once de la mañana de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista. Desde el inicio de la procesión fueron muchos los vecinos y vecinas del municipio de Almedinilla y almedinillenses venidos de distintos puntos de la geografía española que, año tras año, son fieles a esta cita nazarena los que no quisieron perderse la salida. Sin duda, ésta es la procesión con más arraigo en la villa, y la única en la que se mezclan el canto de la saeta, penitentes ataviados de túnicas moradas y negras con capuchones blancos y capas blancas, mujeres ataviadas de mantilla en riguroso luto y participantes descalzas en cumplimiento de alguna promesa o simplemente por el fervor y la devoción hacia el Nazareno y la Virgen Dolorosa. A estos ingredientes hay que añadir el maravilloso entorno de calles y plazas, junto al verde de las huertas del río Caicena y el abrupto paisaje del Pingorote, Cerro de la Cruz y ladera de las “Llanás”. Hay que decir que esta procesión es la más emotiva, ya que “la imagen del Nazareno es especial y encierra pasiones renovadas”, decía una devota que lleva muchos años participando en este evento sacro y hacía esta aseveración: "Tengo mucha fe y vengo a la iglesia cada vez que estoy triste, hablo con el Nazareno, le traigo flores y le enciendo velas". La Cofradía de la Virgen de los Dolores la pasea en procesión bajo palio y con su singular belleza, pena y ornato, conmemorando el sufrimiento de la Madre por su Hijo clavado en el madero la noche del Jueves Santo y acompañándolo en su dolor camino del Calvario en la mañana del Viernes Santo. Ya entrada la tarde, los santos volvían a su “casa” y protagonizaron uno de los momentos más emotivos donde al son de las marchas procesionales de la Banda de Trompetas y Tambores “La Unión” y el canto de la Salve por los componentes de la Banda Municipal de Música, la bendición del Nazareno y hornazos, la “levantá” de ambos pasos, los vivas y aplausos y el desgarrador canto de las saetas de la malagueña Virginia Gámez y Manuel Castillo Serrano. Finalmente, la liturgia de la adoración de la Cruz, conmemorando la Muerte del Señor a las seis de la tarde, puso el punto final al día principal de la Semana de Pasión.
Noticia extraída de lafuentezuela.com